A menudo dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero esta vez no hay excepciones. Porque, a menudo, cada persona percibe la realidad de distinta forma, y cada retina retiene una imagen que analiza e interpreta de manera diferente. Por eso, al describir una imagen, al igual que al leer un libro, cada individuo creará en su imaginación una escena que podrá ser más, o menos semejante a la de otra persona. Sin embargo, esa misma escena descrita por otros labios puede hacer que creemos una imagen radicalmente distinta en nuestra mente.
Es aquí donde el dicho cobra sentido, donde nace la importancia de la comunicación visual y la correcta interpretación de todo aquello que nuestros ojos perciben.
Estos son los resultados de un experimento que realizamos en clase en el que 3 compañeros debían describir la misma imagen al resto de la clase, quienes plasmamos sobre el papel aquellas palabras, intentando atender a las 3 diferentes descripciones. Al final, podemos observar cómo se distorsiona la imagen real con lo que cada uno representó sobre su papel.